Por Kelly A. Reynolds, MSPH, PhD
Los efectos adversos a la salud asociados con los eventos de fuertes lluvias (agua-ceros) se han documentado a nivel mundial. Las lluvias estacionales se identifican comúnmente como precursoras del aumento de los potenciales de contaminación de las aguas superficiales y subterráneas y un sistema de tratamiento municipal más gravado. Muchas agencias estatales y gubernamentales promueven un mayor monitoreo de los pozos privados o servicios de agua comunitarios adicionales, pero la solución más sencilla se encuentra dentro de la industria de tratamiento en el punto de uso.
Predicciones del tiempo para 2019
El Día de San Valentín, el Centro de Predicción Climática de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés) anunció que un patrón climático de El Niño en el Pacífico ecuatorial está oficialmente en efecto. El Niño es una condición natural que se presenta cada pocos años y se caracteriza por temperaturas del mar inusualmente cálidas, que pueden afectar las condiciones climáticas globales. Los años típicos de El Niño resultan en un aumento de lluvia en el suroeste y sureste de los Estados Unidos. No obstante, los expertos en tormentas en la Universidad Estatal de Colorado (CSU) evaluaron las posibles situaciones para la temporada de huracanes de 2019 en el Atlántico y estimaron un débil El Niño, lo cual generalmente significa menos huracanes por delante.
Una temporada de huracanes promedio en el Atlántico presenta 12 tormentas con nombre, seis huracanes y tres huracanes de mayor escala. Los expertos de CSU determinaron que la situación más probable indica ocho a 11 tormentas con nombre, tres a cinco huracanes y uno o dos huracanes de mayor escala.1 Esta es una buena noticia después de algunos años difíciles después del huracán Harvey en Texas, que estableció récords en términos de inundaciones y fue el segundo huracán más costoso en la historia de los Estados Unidos; Irma, que golpeó los Cayos de la Florida con una duración récord de velocidad y vientos sostenidos (185 mph durante 37 horas) y María, que causó la muerte de alrededor de 3,000 personas en Puerto Rico, así como otros huracanes devastadores.2
Aunque es demasiado prematuro hacer algo más que predicciones cualitativas, los expertos de CSU dicen que es más probable que Texas experimente un huracán esta primavera, mientras que Florida es más probable que sea golpeada por un huracán de mayor escala. El 4 de abril se emitirá un pronóstico cuantitativo inicial para 2019.
Lluvia y enfermedades
Si bien los huracanes pueden causar una gran devastación, los eventos de precipitación más leves también pueden tener un impacto medible en la salud pública. Varios estudios recientes muestran asociaciones entre eventos de lluvia y enfermedades en las poblaciones expuestas. Un estudio en Nueva Jersey mostró un aumento estadísticamente significativo en las hospitalizaciones debidas a enfermedades gastrointestinales después de los eventos de fuertes lluvias en las personas atendidas por un suministro municipal de agua superficial.3 El estudio examinó más de 47,000 casos de 2009-2013. También se observó una asociación positiva con personas que bebían de fuentes de agua subterránea, pero en menor grado.
Otro estudio en Massachusetts analizó la relación entre los eventos extremos de precipitación y las visitas a la sala de emergencias por enfermedades gastrointestinales. Este estudio se centró en áreas con y sin sistemas de alcantarillado combinado. Los sistemas combinados de alcantarillado transportan princi-palmente aguas residuales a plantas de tratamiento de aguas residuales municipales, pero también están diseñados para captar aguas pluviales y aguas residuales industriales. Durante los períodos de fuertes lluvias o derretimiento de la nieve, la capacidad de los sistemas de tratamiento municipales puede ser excedida, lo que resulta en un desbordamiento de estas cuencas de captación hacia las tierras cercanas y arroyos que pueden estar en contacto con fuentes de agua potable.
Los derrames de drenaje combinado (CSO, por sus siglas en inglés) son una preocupación importante para la salud pública de aproximadamente 800 o más ciudades de Estados Unidos.4 Al comparar las regiones donde estos derrames impactaron las fuentes de agua potable con los derrames que impactaron el agua de recreo, en comparación con ningún derrame de drenaje combinado, los investigadores encontraron una diferencia estadísticamente significativa en la tasa de visitas a la sala de emergencia solo en regiones donde el agua potable era vulnerable.5 De hecho, las enfermedades gastrointestinales aumentaron en un 13 por ciento para todos los grupos de edad y en un 32 por ciento en los ancianos. Los ancianos son más susceptibles a las enfermedades gastrointestinales debido a tener un sistema inmunológico inherentemente más débil.
Estos mismos investigadores evaluaron los derrames de drenaje sanitario (SSO, por sus siglas en inglés) y las visitas a las salas de emergencia relacionadas con las indicaciones geo-gráficas entre 2006 y 2007. Los sistemas de alcantarillado sanitario transportan las aguas residuales de las actividades domésticas, comerciales e industriales, así como algunas aguas pluviales, a las instalaciones de tratamiento municipal. Si estos volúmenes com-
binados de desechos exceden la capacidad del alcantarillado sanitario, se produce un evento de desbordamiento o reflujo. Los SSO difieren de los CSO en que estos últimos están diseñados para transportar grandes volúmenes de aguas pluviales. Ambos, sin embargo, pueden liberar las aguas residuales no tratadas y los desechos industriales en los suministros de agua potable y de recreo.
En el estudio de Massachusetts, ocurrieron 270 eventos de SSO en la región de estudio, que consta de cuatro condados ubi-cados en la parte noreste del estado. Los autores encontraron un aumento del nueve por ciento en las visitas a la sala de emergencias relacionadas con enfermedades gastrointestinales, con la asociación más sólida observada en los niños. Dado que no todas las personas con enfermedad gastrointestinal buscan atención médica, es probable que la asociación sea más alta de lo que los investigadores pueden determinar.
Se calcula que se producen hasta 75,000 SSO en los Estados Unidos cada año.6 Algunos estados no requieren informes de SSO; sin embargo, en Massachusetts, los servicios públicos deben informar los eventos de SSO al Departamento de Protección Ambiental de Massachusetts, pero el público no necesariamente es notificado. En una instancia, el público no fue notificado de un evento de SSO que duró 13 horas y resultó en ocho millones de galones de aguas residuales sin tratar en un río local. Aunque más tarde se advirtió a los residentes que evitaran el agua, estas notificaciones se emitieron mucho tiempo después de cuando sucedió el evento.7
Evitando las enfermedades
Se espera que las mejoras en el tratamiento del agua municipal reduzcan el impacto de las enfermedades gastrointestinales relacionadas con las tormentas. Un estudio que se enfoca en municipios con fuentes de agua subterránea no tratadas predijo que las tasas de incidencia de enfermedades gastrointestinales aumentarán hasta un 4.3 por ciento en relación con los modelos de cambio climático pronosticados.8 Si las empresas de servicios públicos son lentas en abordar el tratamiento o las necesidades de infraestructura, también se espera que la mitigación de enfermedades relacionadas con las precipitaciones sea ligera (hasta 7.8 por ciento). Por el contrario, las instalaciones de tratamiento agresivo pueden tener un impacto en la reducción de enfermedades hasta en un 83 por ciento. La pregunta para los consumidores es qué tan rápido mejorarán los municipios las obras de tratamiento y la infraestructura. La historia muestra que tales adaptaciones han sido mucho más lentas que la tasa de reemplazo mínimamente recomendada. Afortunadamente, los dispositivos para el punto de uso ofrecen el método más efectivo para soluciones de tratamiento rápidas y controladas por el consumidor.
Dado que la lluvia, los eventos de derrames de drenajes sanitarios y de drenajes combinados no siempre se pronostican con precisión y que la información sobre eventos reconocidos puede no llegar al público de manera oportuna, se recomienda contar con medidas de protección de exposición consistentes. Los consumidores simplemente no saben cuándo su agua ha sido comprometida. Una comunidad descubrió que los pozos privados de agua potable rara vez se analizan, incluso después de inundaciones extremas e incluso cuando se ofrecen pruebas gratuitas de agua de pozo.9 Por ejemplo, después del huracán Florence, se ofrecieron pruebas gratuitas de agua de pozo a los residentes de Carolina del Norte, donde alrededor del 35 por ciento de la población depende de pozos privados. Más del 30 por ciento de los pozos dieron positivo para bacterias coliformes y 13 por ciento para E. coli, un organismo indicador fecal. La presencia de E. coli indica una clara contaminación de los desechos fecales y la posibilidad de que estén presentes otros patógenos de transmisión fecal. Según el departamento de salud de dicho estado, aproximadamente el dos por ciento de los pozos en la región generalmente dan positivo para coliformes o E. coli. Si bien algunos funcionarios presionan para realizar pruebas forzadas de pozos privados, la legislación generalmente se considera poco probable.
En última instancia, un estudio encontró que proporcionar servicios municipales de agua a solo el 10 por ciento de los propietarios de pozos privados podría evitar casi 3,000 visitas a la sala de emergencias por año.10 Una intervención más rápida, más fácil y más rentable probablemente sería suministrar dispositivos de punto de uso a los propietarios de pozos privados Si bien el impacto económico y de salud de los dispositivos de punto de uso no se ha evaluado completamente en estas aplicaciones particulares, la implicación es que tendrían un beneficio significativo para la salud pública.
Referencias
1. Klotzbach PJ, Bell MM. “Qualitative Discussion of Atlantic Basin Seasonal Hurricane Activity for 2019; 2018.” http://tropical.colostate.edu. Accessed February 17, 2019.
2. Milman O. “From Harvey to Michael: how America’s year of major hurricanes unfolded.” The Guardian. https://www.theguardian.com/world/2018/oct/15/us-year-of-hurricanes-extreme-michael-irma-florence. Published October 16, 2018.
3. Gleason JA, Fagliano JA. “Effect of drinking water source on associations between gastrointestinal illness and heavy rainfall in New Jersey.” Lee C-L, ed. PLoS One. 2017;12(3):e0173794. doi:10.1371/journal.pone.0173794.
4. US EPA. “Combined Sewer Overflows (CSOs).” https://www.epa.gov/npdes/combined-sewer-overflows-csos. Published 2018. Accessed February 17, 2019.
5. Jagai JS, Li Q, Wang S, Messier KP, Wade TJ, Hilborn ED. “Extreme Precipitation and Emergency Room Visits for Gastrointestinal Illness in Areas with and without Combined Sewer Systems: An Analysis of Massachusetts Data, 2003–2007.” Environ Health Perspect. 2015;123(9):873-879. doi:10.1289/ehp.1408971.
6. US EPA. “Sanitary Sewer Overflows (SSOs).” https://www.epa.gov/npdes/sanitary-sewer-overflows-ssos. Published 2016. Accessed February 17, 2019.
7. Potera C. “From One Set of Pipes to Another: Gastrointestinal Illness following Sanitary Sewer Overflows.” Environ Health Perspect. 2018;126(4):044001. doi:10.1289/EHP3225.
8. Uejio CK, Christenson M, Moran C, Gorelick M. “Drinking-water treatment, climate change, and childhood gastrointestinal illness projections for northern Wisconsin (USA) communities drinking untreated groundwater.” Hydrogeol J. 2017;25(4):969-979. doi:10.1007/s10040-016-1521-9.
9. “Few Wells Tested for Contamination After Major Flooding From
Hurricanes.” PEW Charitable Trusts. https://www.pewtrusts.org/en/research-and-analysis/blogs/stateline/2018/12/14/few-wells-tested-for-contamination-after-major-flooding-from-hurricanes?utm_campaign=KHN%3A Daily Health PolicyReport&utm_source=hs_email&utm_medium=email&utm_content=6. Published 2018. Accessed February 17, 2019.
10. DeFelice NB, Johnston JE, Gibson JM. “Reducing Emergency Department Visits for Acute Gastrointestinal Illnesses in North Carolina (USA) by Extending Community Water Service.” Environ Health Perspect. 2016;124(10):1583-1591. doi:10.1289/EHP160.
Acerca de la autora
La Dra. Kelly A. Reynolds es Profesora de la Universidad de Arizona en la Facultad de Salud Pública; Cátedra de Comunidad, Medio Ambiente y Política; Directora del Programa de Ciencias de Salud Ambiental y Directora del Centro de Medio Ambiente, Ciencias de la Exposición y Evaluación de Riesgos (ESRAC). Posee una Maestría en Ciencias en Salud Pública (MSPH) de la Universidad del Sur de la Florida y un doctorado en Microbiología de la Universidad de Arizona. La Dra. Reynolds es Editora de Salud Pública y ex-miembro del Comité de Revisión Técnica de nuestra publicación hermana en lengua inglesa WC&P. [email protected]