Por Kelly A. Reynolds, MSPH, PhD
Los esfuerzos por darle seguimiento a la cantidad y calidad de espermatozoides en las poblaciones, muestran un declive constante en las últimas décadas. Los conteos de esperma en todo el mundo han disminuido en más del 50 por ciento y algunos expertos en fertilidad afirman que hay una epidemia de infertilidad. Sin embargo, el fenómeno está ocurriendo de manera más significativa en las naciones desarrolladas, en comparación con el mundo en desarrollo. Aunque sigue siendo algo controvertido, se siguen reportando asociaciones entre la declinación del recuento de espermatozoides y las exposiciones a productos químicos complejos (es decir, plastificantes, pesticidas, retardantes de fuego, etc.).
Esperma en un declive constante
“¿Por qué los hombres estadounidenses perdieron el 59.3 por ciento de su esperma?” Este fue el titular de la emisión del 12 de agosto del programa de radio internacionalmente sindicado Michael Olson Food Chain Radio Show, con la invitada especial Irina Mindlis, MPH, coautora de una publicación reciente sobre el tema.(1,2) Se realizó un metanálisis del recuento de espermatozoides y de las tendencias de fecundidad reportados en 185 estudios con más de 42,000 hombres, entre 1973 y 2011. Los resultados indicaron que los recuentos de espermatozoides disminuyeron significativamente durante el lapso de aproximadamente 40 años. Carlsen y otros hicieron las mismas preguntas en 1992, después de una revisión de 61 artículos publicados entre 1938 y 1991, incluyendo los resultados de casi 15,000 hombres que mostraron una disminución general en la calidad del semen durante esos 50 años.
En el estudio más reciente, los hombres fueron clasificados geográficamente, entre aquéllos de las regiones occidentales (es decir, Norteamérica, Europa, Australia, Nueva Zelanda) y los de otras regiones (por ejemplo, Sudamérica, Asia y África). Los de las regiones occidentales más desarrolladas se caracterizaron por una pérdida media del 1.6 por ciento de los recuentos totales de espermatozoides por año—y siguen en declive. El estudio determinó que el recuento total de espermatozoides y la concentración por mL de semen, siguieron tendencias similares. En el primer año de la encuesta, el promedio de espermatozoides de hombres occidentales fue de 99 millones/mL, en comparación con otras regiones que promediaron 73 millones/mL, y el último año de la encuesta se obtuvieron recuentos de 47 millones/mL y 62.6 millones/mL, respectivamente. El recuento de espermatozoides está altamente correlacionado con la fertilidad y los recuentos que caen por debajo de los 40 millones/mL están asociados con una menor probabilidad de concepción.(3) En los hombres occidentales, las concentraciones de esperma son menos de la mitad de lo que eran en los años 70, Pero no hay disminuciones significativas en los hombres de América del Sur, Asia y África.
Interferencias químicas
Mientras que el reciente estudio sobre la disminución de espermatozoides no investigó las posibles causas de los resultados, los contaminantes ambientales, tales como los compuestos perturbadores endocrinos (EDC) y los pesticidas, junto con las conductas de alto riesgo (como el tabaquismo), han sido asociados durante mucho tiempo recuentos bajos de espermatozoides. Decir que algo está asociado con un resultado de la salud no significa que haya sido comprobado. Otros factores como la mala alimentación, el estrés y la obesidad también tienen efectos negativos, tanto en la cantidad como la calidad de los espermatozoides. Determinar qué factor de riesgo está impulsando el resultado adverso es un trabajo difícil.
Por definición, los EDCs son sustancias químicas o compuestos químicos que pueden interferir con las hormonas en el cuerpo. La lista de compuestos disruptores endocrinos a los que estamos expuestos a través de los alimentos, el agua y aire es larga, ya que éstos son compuestos de uso común que se encuentran en miles de productos. Las exposiciones comienzan en el útero (continuando a lo largo de nuestra vida), pero generalmente se encuentran en niveles muy bajos donde no se producen efectos agudos sobre la salud. Las exposiciones a dosis bajas a lo largo de largos períodos de tiempo son difíciles de evaluar, al igual que los efectos vagos y sospechosos sobre la salud, como los trastornos hormonales o del desarrollo.
En 2015, la Sociedad Endocrina (un grupo global de investigadores académicos y médicos) emitió una segunda declaración científica sobre EDCs, citando los grandes avances de la investigación en los últimos cinco años, que conduce a una mejor comprensión de los efectos adversos de EDCs comunes como el bisfenol A (BPA) y ftalatos.(4) El BPA y los ftalatos se usan a menudo como plastificantes con la función de hacer plásticos más flexibles. Los recipientes para alimentos y las botellas de agua son dos fuentes potenciales de exposición, ya que los compuestos pueden lixiviar en los contenidos consumidos, particularmente cuando se calientan los plásticos. Sus efectos individuales sobre la salud humana en exposiciones de bajo nivel parecen ser aceptablemente bajos.
Estudios anteriores en ratas mostraron que altas dosis de ftalatos produjeron efectos adversos en los biomarcadores reproductivos. Sin embargo, las dosis de exposición humana tienden a ser bajas y crónicas y los seres humanos no son ratas. Por lo tanto, la pregunta sigue siendo: ¿cuál es el riesgo para los seres humanos? Un estudio en seres humanos observó concentraciones de ftalato excretadas en la orina y niveles correlacionados con el recuento y la calidad de espermatozoides. Los resultados indicaron que el aumento de las concentraciones de ftalatos se asoció significativamente con un menor recuento total de espermatozoides, concentraciones y calidad, medido por el tamaño de la cabeza y la motilidad.(5) Los efectos de los ftalatos sobre la fertilidad no se establecieron en este último estudio y, por lo tanto, los investigadores dicen que hay que ser cautelosos de no sobre-interpretar los resultados en los que es probable que haya factores de confusión.
Del mismo modo, las dosis de BPA en ratas ocasionaron una amplia gama de efectos adversos de cáncer a comportamiento sexual anormal, a ciclos reproductivos interrumpidos. Los estudios en seres humanos han demostrado que no hay suficientes pruebas de toxicidad para el desarrollo y la reproducción y una preocupación mínima por las exposiciones de bajo nivel de adultos, pero existe cierta inquietud por la exposición a fetos, bebés y niños.(6) Sin embargo, como medida de precaución, las industrias y los fabricantes comenzaron a eliminar el uso de BPA alrededor de 2006 en recipientes de almacenamiento de alimentos y agua, con incentivos de crédito fiscal de la Agencia de Protección del Medio Ambiente de los Estado Unidos (US EPA) y la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA).
Opciones de agua potable
Dada la escasez de datos que vinculan los efectos hormonales a los plastificantes, muchas empresas de agua embotellada siguen utilizando botellas que contienen BPA y ftalatos. Los datos de la literatura generalmente sostienen que el agua embotellada no es una fuente significativa de ninguno de estos compuestos. Sin embargo, pueden contribuir a un efecto aditivo junto con otras fuentes ambientales. Debido a estas incertidumbres, ambos bandos discuten apasionadamente el siguiente mejor paso a seguir.(7)
Aunque no se han comprobado los riesgos definitivos para la salud humana a causa de los ftalatos y el BPA, muchos consumidores están abogando por su eliminación de los alimentos y el agua. Evitar estos y otros compuestos perturbadores del sistema endocrino en el agua potable puede ser difícil, dado que la tubería de distribución y los recipientes de almacenamiento pueden contener una variedad de compuestos sospechosos. Un código de resina de siete en los recipientes de plástico indica que pueden contener BPA. Los consumidores pueden auto-seleccionar los tipos de botellas que decidan comprar, si están preocupados por la presencia de EDCs en los envases. Además, el tratamiento del agua de la llave en el punto de uso, con un filtro de agua certificado por NSF debidamente instalado y mantenido, puede disminuir los niveles de varios EDCs, incluyendo ftalatos y BPA.
Referencias
(1) Michael Olson Food Chain Radio: Men lost 59.3% of their sperm count… http://metrofarm.com/michael-olson/sperm-count-decline/. Accessed August 21, 2017.
(2) Levine H, Jørgensen N, Martino-Andrade A, et al. Temporal trends in sperm count: a systematic review and meta-regression analysis. Human Reproduction Update. 2017:1-14. doi:10.1093/humupd/dmx022.
(3) Bonde JPE, Ernst E, Jensen TK, et al. Relation between semen quality and fertility: a population-based study of 430 first-pregnancy planners. Lancet. 1998;352(9135):1172-1177. doi:10.1016/S0140-6736(97)10514-1.
(4) Gore AC, Chappell VA, Fenton SE, et al. Executive Summary to EDC-2: The Endocrine Society’s Second Scientific Statement on Endocrine-Disrupting Chemicals. Endocrine Reviews. 2015;36(6):593-602. doi:10.1210/er.2015-1093.
(5) Bloom MS, Whitcomb BW, Chen Z, Ye A, Kannan K, Buck Louis GM. Associations between urinary phthalate concentrations and semen quality parameters in a general population. Human Reproduction. 2015;30(11):2645-2657. doi:10.1093/humrep/dev219.
(6) National Toxicology Program, US Department of Health and Human Services. Monograph on the Potential Human Reproductive and Developmental Effects of Bisphenol A.; 2008.
(7) Cornwall W. In BPA safety war, a battle over evidence | Science | AAAS. Science (80- ). 2017:1. doi:09/02/2017.
Acerca de la autora
La Dra. Kelly A. Reynolds es Catedrática Asociada en la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Arizona (UA). Posee una Maestría de Ciencias en salud pública (MSPH) de la Universidad del Sur de Florida (USF) y un doctorado en microbiología de la UA. La Dra. Reynolds se desempeña como Editora de Salud Pública para nuestra publicación hermana en lengua inglesa WC&P y fue anteriormente integrante del Comité de Revisión Técnica. Puede ser contactada por correo electrónico en reynolds@u.arizona.edu