Por Kelly A. Reynolds, MSPH, PhD
Los incendios forestales en 2020 han alcanzado proporciones récord en América del Norte. Estos eventos no solo son dañinos para las personas, las estructuras y la tierra, sino que también impactan dramáticamente la calidad del agua de origen. Las predicciones futuras indican un deterioro de las condiciones y la necesidad de una gestión proactiva del tratamiento del agua.
Un año récord
California ha experimentado recientemente cinco de los 20 incendios forestales más grandes en la historia del estado. En este año, más de 8,400 incendios forestales han quemado más de cuatro millones de acres en el Estado Dorado, duplicando el récord anterior y destruyendo más de 9,200 estructuras y matando a 31 personas.1 El incendio August Complex en California, que comenzó el 10 de agosto, ha quemado más de un millón de acres y todavía estaba contenido apenas en un 75 por ciento al momento de escribir este artículo. Además, más de 16,000 bomberos continúan trabajando para contener otros 23 incendios importantes. Dado que la temporada de incendios generalmente se extiende de agosto a noviembre, los expertos temen que estas cifras sigan aumentando. Las condiciones secas y ventosas, las temperaturas por encima de lo normal y la ausencia de lluvia en el pronóstico, continúan generando el riesgo de incendios forestales adicionales en todo el estado.
Otras áreas del oeste de los Estados Unidos y Canadá también están en riesgo. De acuerdo con el Centro de Coordinación del Centro Nacional Interagencial de Bomberos, “se espera un potencial de incendio significativo por encima de lo normal en gran parte de California, Arizona, el este de Nevada, Utah, las montañas Rocosas de Colorado y el sur de Wyoming en octubre” con riesgos elevados de actividad de incendios previstos en noviembre y en el invierno para Oklahoma y Texas. La mayoría de los incendios en 11 estados de los Estados Unidos se producen en terrenos del Servicio Forestal de los Estados Unidos o en parques nacionales, incluyendo regiones protegidas de Washington, Idaho, Wyoming, Colorado, Arizona y Montana. Asimismo, aproximadamente el 80 por ciento de los recursos de agua dulce de los Estados Unidos también se originan en terrenos forestales. El agua de alta calidad de las cuencas hidrográficas de origen forestal se beneficia de la lluvia natural, el almacenamiento y la filtración, un proceso valorado en $4.1 billones de dólares estadounidenses (dólares de 2013) por año.2
Efectos devastadores
Muchos de los incendios forestales del oeste del país fueron provocados por rayos. Otros fueron incendios accidentales o sospechosos. Todos se vieron agravados por las condiciones de sequía. En gran parte del oeste de los Estados Unidos, un deshielo más temprano de lo habitual y una temporada de monzones decepcionante, intensificaron las regiones ya secas. También se culpa al cambio climático y la mala gestión de los incendios forestales por contribuir a la crisis. Las estructuras que cada vez invaden más las regiones forestales remotas y las estrategias de extinción de incendios son temas controvertidos adicionales que probablemente contribuyan.3
Los incendios forestales tienen un impacto devastador en los ecosistemas circundantes, afectando las medidas de calidad del suelo, el agua y el aire. Después de que las llamas se extinguen y el aire se aclara, las fuentes de agua continúan contaminadas por la escorrentía de la tierra y los contaminantes de la erosión que asfixian lagos y arroyos, y gravan las obras de tratamiento municipal. Según el Servicio Geológico de los Estados Unidos, los proveedores de agua municipales gastaron más de US$26 millones en tratamientos de calidad del agua para eliminar los escombros asociados con los incendios forestales después de dos incendios en Colorado.4
El uso de retardantes del fuego puede provocar un aumento de sustancias químicas (como fosfatos, nitratos y nitritos) y promover la proliferación de algas en los embalses. Los cambios en la química del agua pueden alterar las biopelículas establecidas en las tuberías, lo que lleva a la lixiviación de plomo, cobre y microbios o la formación de subproductos de la desinfección que causan cáncer. Los metales pesados y los residuos de estructuras quemadas y plásticos derretidos son fuentes adicionales de productos químicos peligrosos que pueden llegar al suministro de agua. Después del incendio de Hayman de 2002 en las Montañas Rocosas de Colorado, las concentraciones de arsénico, aluminio, cadmio, hierro, plomo y mercurio fueron de dos a 2,500 veces más altas de lo normal.2
Dificultades de tratamiento
En 2018, la Water Research Foundation (WRF) publicó Wildfire Impacts on Drinking Water Treatment Process Performance: Development of Evaluation Protocol and Management Practices.5 (Impactos de los Incendios Forestales en el Rendimiento del Proceso de Tratamiento de Agua Potable: Desarrollo de un Protocolo de Evaluación y Prácticas de Gestión). Los investigadores evaluaron los efectos y la capacidad de tratamiento de las fuentes de agua impactadas por los incendios forestales en consideración de las operaciones y los costos de la planta de tratamiento, al mismo tiempo que proporcionaban recomendaciones y un marco para la evaluación de la calidad y el tratamiento del agua. Los cambios en la calidad del agua de origen requieren respuestas correspondientes en las obras de tratamiento que pueden ser difíciles de sincronizar. Si bien, el suelo erosionado, las cenizas, los sedimentos y otros escombros de incendios de la escorrentía de la tierra se pueden filtrar físicamente de los suministros de agua, otros contaminantes requieren tratamientos avanzados.
Semanas después del incendio de Tubbs de 2017 en Santa Rosa, California, los residentes continuaron oliendo químicos en el agua del grifo. El olor resultó ser benceno en el agua, un carcinógeno conocido que está regulado por la EPA de los Estados Unidos. El límite federal es de cinco ppb, pero California estableció un estándar más estricto en un ppb. Las pruebas iniciales en Santa Rosa encontraron concentraciones de ocho ppb, muy por encima del estándar de California e incluso del estándar federal más alto. Según se informa, las pruebas adicionales dieron como resultado que algunos sitios arrojaran resultados positivos a niveles de 40,000 ppb de benceno en el agua (el umbral de desechos peligrosos de la EPA de los Estados Unidos es 500 ppb).6 La fuente del benceno no se identificó definitivamente; el aire contaminado, los plásticos derretidos y las estructuras en llamas han sido factores sugeridos. Los contaminantes parecían estar atascados en el sistema de plomería y distribución, lo que requería un lavado continuo e incluso el reemplazo de las líneas de servicio para solucionar el problema. Una situación similar se documentó en Paradise, California después del incendio Camp Fire de 2018. Esta vez, los propietarios informaron síntomas de náuseas, aturdimiento y otros síntomas después de ducharse con agua potencialmente contaminada.
Otros impactos del fuego en la calidad del agua incluyen cambios en el flujo y la presión del agua debido a descargas de hidrantes o apagones. Durante las pérdidas de presión, los contaminantes pueden introducirse en las tuberías de distribución o el agua puede permanecer estancada en ciertos puntos de la línea. Los cambios en el sabor, olor y color del agua pueden indicar un problema, pero muchos contaminantes nocivos no pueden ser detectados por los sentidos humanos, incluso a niveles peligrosos.
Prepárese en el punto de uso
Los incendios forestales son impredecibles y los potenciales de contaminación subsiguientes son difíciles de prever. Los residuos en el medio ambiente posteriores al incendio amenazan el suministro de agua potable, el ecosistema y la salud pública. La historia respalda que ajustar las obras de tratamiento de agua para manejar la afluencia masiva de contaminantes puede ser problemático, dando como resultado una acción demorada y una entrega de agua que sobrepasa las normas regulatorias de salud. Las regiones en riesgo deben considerar cómo se ven afectados los suministros de agua del grifo y prepararse para el tratamiento en el punto de uso, al mismo tiempo que apoyan a los grupos de gestión de recursos naturales.
Cómo puede usted ayudar
Para obtener información sobre cómo puede donar para ayudar a los afectados por desastres por incendios forestales o que están trabajando en estrategias para prevenir y controlar incendios forestales, comuníquese con el Centro para la Filantropía en Desastres en www.disasterphilanthropy.org
Referencias
- Welcome to Daily Wildfire Report. https://www.fire.ca.gov/daily-wildfirereport/. Accessed October 12, 2020.
- Bladon KD, Emelko MB, Silins U, Stone M. Wildfire and the future of water supply. Environ Sci Technol. 2014;48(16):8936-8943. doi:10.1021/es500130g
- ‘Wake-up call’: wildfires tear through drought-plagued US southwest. The Guardian. https://www.theguardian.com/us-news/2020/aug/26/wildfires-us-south-west-colorado-arizona-new-mexico-utah. Accessed October 12, 2020.
- USGS. Water Quality After Wildfire. https://www.usgs.gov/mission-areas/water-resources/science/water-quality-after-wildfire?qt-science_center_objects=0#qt-science_center_objects. Accessed October 12, 2020.
- Wildfire Impacts on Drinking Water Treatment Process Performance: Development of Evaluation Protocols and Management Practices. The Water Research Foundation. https://www.waterrf.org/research/projects/wildfire-impactsdrinking-water-treatment-process-performance-development. Accessed October 12, 2020.
- How Wildfires Are Contaminating The Water Supply With Benzene, Other Hazardous Chemicals. Here & Now. https://www.wbur.org/hereandnow/2020/10/02/wildfires-water-contamination. Accessed October 12, 2020.
Acerca de la autora
La Dra. Kelly A. Reynolds es profesora en la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Arizona; Preside el Departamento de Comunidad, Medio Ambiente y Política; es Directora del Programa de Ciencias de Salud Ambiental y Directora del Centro del Medio Ambiente, Ciencias de la Exposición y Evaluación de Riesgos (ESRAC, por sus siglas en inglés). Tiene una Maestría en Ciencias en salud pública (MSPH) de la Universidad del Sur de la Florida y un doctorado en microbiología de la Universidad de Arizona. La Dra. Reynolds es Editora de Salud Pública de WC&P y exmiembro del Comité de Revisión Técnica. Puede comunicarse con ella por correo electrónico en: [email protected]